ESCUELA DE PADRES: PUAG, NO ME GUSTA!

La hora de la comida es para muchos padres un momento de estrés y ansiedad debido a que el niño/a se niega a comer. Esto les sucede a muchos niños, que no quieren ni probar ciertos tipos de alimentos como la verdura y el pescado. 

Debemos ser conscientes de que la comida es algo cultural. Me explico. Dependiendo del lugar del mundo donde nazcamos nos impondrán una serie de alimentos y productos que encontramos deliciosos en nuestra cultura y nos sorprendería lo "raros" que les parece a gentes de otros lugares.

Por otro lado, tenemos que ser conscientes de que el niño/a prueba constantemente sabores y alimentos nuevos, y que no todos le saben bien a la primera. El paladar también se educa. Seguramente nos acordamos de alimentos que cuando éramos pequeños no queríamos ni oler y ahora nos encantan. Pues acordemónos entonces de ese niño/a que fuimos.


Una de las recomendaciones de los educadores es que la comida no se convierta en un hábito estresante. Para ello es importante tener en cuenta varias cosas:

- El niño/a tiene su estómago proporcionado a su edad. Es decir, si intentamos que un niño/a de dos años se coma un plato de lentejas lleno y después un filete con ensalada, es probable que nos frustremos al comprobar que no quiere pasar de la mitad del plato de lentejas. Lo adecuado sería servirle poco y esperar que lo termine para preguntarle si quiere más. Un truco para malos comedores es poner la cantidad de comida adecuada en un plato grande para que parezca menos cantidad.

- Si el niño no quiere comer un cierto alimento, no es recomendable dárselo en la siguiente comida y así hasta que lo coma. Lo que probablemente conseguiremos así es que le coja manía a ese alimento y no lo soporte más durante toda su infancia. Podríamos probar a cocinarlo de otra manera o mejor aún, invitar al niño/a a cocinarlo contigo. Si aún así no logramos que le guste, quizás deberíamos intentarlo más adelante. Por supuesto, seguir intentandolo.

- La comida debe ser un momento de conversación y placer. Si entramos en un círculo vicioso donde estamos predispuestos a la riña y el niño acostumbrado a ser recriminado, pues es lógico que el pequeño/a se siente esperando el chaparrón y haga lo que hace a menudo, cerrarse en banda. La comida no debe ser el centro de atención. Podemos hablar, preguntar por cosas cotidianas, etc. Para fomentar la conversación también es bueno no tener la televisión encendida.

- Si son varios hermanos, felicitemos a aquel que esté comiendo adecuadamente. Mostremos nuestro contento con las conductas adecuadas e ignoremos las inadecuadas.

- Tenemos que tener en cuenta que comer no es sólo ingerir la comida, sino también coger adecuadamente los cubiertos, sentarse bien, masticar con la boca cerrada, etc. Para conseguir que el niño/a mantenga unos buenos modales en la mesa es importante que hagamos al menos una comida (si se puede) al día sentados en la mesa con él. Comer todos juntos favorece el aprendizaje por imitación.

- La comida debe constar de dos platos (o uno cuando el plato es nutricionalmente completo) y postre. El postre puede ser un yogur o una fruta. Si no se come los primero platos y suplimos el alimento con dulce en el postre estamos aportando sólo azúcares. Por lo tanto, es mejor que coma por lo menos un lácteo o una pieza de fruta.

Si probáis a cocinar con los más pequeños veréis como los alimentos que ellos se preparan les parecen motivadores: pizza, pasta con verduras, etc...pueden resultar un buen alimento.

Hace algún tiempo mis padres (que son libreros) le regalaron a mis hijas un libro de cocina con ilustraciones para que ellas pudieran entenderlo fácilmente y realizar sus comidas (sobre todo meriendas) sin usar el fuego.  El libro se llama Nicolás cocina sin fuego. Editorial Kalandraka.






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