¡MAMÁ, PAPÁ, TENGO MIEDO!

¿ Porque tienen miedo los niños? ¿ Qué miedos son normales y cuales pueden ser causa de consulta profesional? ¿ Qué podemos hacer los padres para prevenir los miedos? ¿ y para tratarlos?

El miedo es una emoción que nos ayuda a la supervivencia y que pone al cuerpo y a la mente en un estado de alerta que nos permite evitar peligros y situaciones de riesgo, así como actuar rápidamente cuando se produce una situación que consideramos peligrosa. Aquí nuestro cerebro pasa a ser controlado por una zona primitiva que nos permite responder de forma rápida he impulsiva. Las  causas de nuestros miedos varían con la edad. 

De los 0 a los 6 años es normal tener miedo a la oscuridad, a los ruidos fuertes, a los extraños, a los animales...Otro de los miedos más comunes es la ansiedad por separación, que se produce cuando hay una separación de los padres que genera ansiedad y malestar.

De los 6 años a los 11-12 es normal seguir teniendo miedo a la oscuridad, a algunos animales, personajes imaginarios, fantasmas, el miedo a hablar en público... Y aparece el miedo a la muerte, a los desastres o accidentes.

En la preadolescencia se reducen los miedos a animales y surgen miedos a las críticas, al ser apartado por el grupo y a las opiniones de los demás.

Ya en la adolescencia se acentúan los miedos relacionados con las relaciones sociales y con la propia apariencia: el miedo a hacer el ridículo, a ser excluido del grupo, a no destacar, al fracaso, etc.

Estos miedos normales empiezan a ser preocupantes cuando impiden o dificultan la vida normal del niño. Es decir, se alteran pautas como el sueño y el control de esfínteres en la primera infancia; se produce un cambio en el carácter del niño o una introversión que no era habitual; se muestra una ira desmedida; se produce un miedo a la separación de los padres que dificulta la cotidianidad ( relacionado normalmente con el miedo a la separación, a los accidentes, a la muerte); se alteran las pautas del sueño... Todo ello nos puede indicar la existencia de fobias, que es necesario o conveniente que sean tratadas por profesionales para impedir que se puedan agravar y convertirse en impedimentos o dificultades para una vida plena.


Para prevenir los miedos podemos hacer algunas cosas:

- Hablar abiertamente del miedo. Está demostrado que huir de los miedos, evitando hablar de ellos o enfrentarse a ellos, no hace más que agravarlos. Debemos hablar tranquilamente de porqué se tiene miedo a la oscuridad, o a los perros, o a separarse de los padres. Hablando podremos descubrir en muchas ocasiones la causa de este miedo. Muchas veces el niño ni siquiera sabe porqué tiene miedo, pero podemos evocar situaciones que tal vez fueran el origen. Aunque a nosotros nos hayan parecido tonterías al niño puede haberle impactado.

- Fomentar la autonomía personal, desarrollando así su seguridad y autoestima. Si promovemos que poco a poco de forma autónoma (y siempre de manera gradual y con nuestro apoyo) se enfrente a su temor mejoraremos su autoestima, al darse cuenta que puede superarse a sí mismo.

- Los padres debemos ser figuras de seguridad y de confianza. Si menospreciamos un sentimiento de miedo o de temor, quitándole importancia o diciendo al niño que es una tontería, estamos provocando que en próximas ocasiones el niño/a no nos haga partícipes de su inquietud, y entonces...¿Cómo podremos ayudarle?.

- Aportar soluciones consensuadas. Vamos a preguntarle al pequeño qué cree que podemos hacer para que poco a poco deje de temer a la oscuridad o a la tormenta, o a caerse. Muchas veces la solución es sencilla y el propio niño se hace partícipe de la misma.

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